¿Por qué debes decirle NO al Pastel de Chucho?


El hombre y la naturaleza constituyen un todo. No están aislados el uno del otro, por el contrario, son dependientes entre sí. A lo largo de la historia, las sociedades se han construido en base a una cultura que no es más que “una onda de transmisión de otra visión del mundo”. El mundo y las sociedades van en un constante cambio del que debemos ser conscientes. Son cambios que demandan de los individuos actuar con ética y responsabilidad para enfrentar los retos.

Actualmente enfrentamos un reto, y es el de armonizar la relación hombre-naturaleza. Para ello, el enfoque más adecuado es el del desarrollo sustentable, un enfoque que integra el equilibrio entre el aspecto social, el económico y el ambiental, por lo que su abordaje debe ser tratado desde las distintas esferas dentro de las que nos desarrollamos.


Es innegable que una de las interacciones más directas que tenemos con la naturaleza es el aprovechamiento que hacemos de ella para obtener los alimentos. De hecho, cada ecosistema se puede relacionar con una determinada cocina y una determinada cultura, pues son los recursos disponibles en una región los que definen la cocina regional.

En el caso particular del Oriente venezolano, encontramos las típicas empanadas de cazón y el pastel de chucho, platillos derivados de especies de elasmobranquios: tiburones y rayas, respectivamente. Sin embargo, muchas veces se olvida el lugar de origen de los alimentos, desvalorizando al recurso, lo que ha conducido en muchos casos a su agotamiento. Es un hecho que el 75% de las pesquerías del mundo se han agotado o se explotan a su máxima capacidad, esto se traduce en mayor pobreza gastronómica, y se compromete seriamente la seguridad y soberanía alimentaria de una región.



A lo largo de la historia humana las formas de obtención de alimentos se han ido reajustando una y otra vez de acuerdo con las circunstancias. Y si bien es un aspecto que nos involucra a todos, son los cocineros, aquellas personas que dedican su vida a descubrir, crear, reinventar sabores y transmitirlos los que tienen una gran responsabilidad. Responsabilidad que han asumido los chef más influyentes del mundo, adoptando valores y principios que relacionan la cocina y la gastronomía con la naturaleza, la sociedad y el saber.

Aetobatus narinari -nombre científico que recibe esta especie de raya- ha sido catalogada por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) dentro del libro rojo de las especies amenazadas bajo la categoría de “casi amenazada”, y sus capturas en el estado Nueva Esparta están constituidas mayormente por individuos inmaduros, lo cual estaría ejerciendo un impacto negativo sobre este recurso; debido a que esta práctica afecta directamente el proceso de reclutamiento y capacidad de renovación de las poblaciones, según señala Cordovés, et al. (2009) en un estudio desarrollado en el mismo estado.

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En este sentido, surge una pregunta recurrente: ¿Hasta qué punto se deben promover platos que forman parte de una cultura cuando ponen en peligro a una especie? Si un platillo tan distintivo de una localidad, depende de una especie igual de distintiva, ¿no es lógico querer proteger y realzar el valor tanto de la especie como del platillo?

Si buscamos alcanzar una sociedad más justa, solidaria y sostenible, son preguntas que debemos formularnos. Es nuestro deber ético asegurar la perdurabilidad de los recursos naturales.

Fuente: loqueseaambiental.com.

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2 comentarios:

  1. QUE HAYA PERÓDOS DE VEDA COMO LA LANGOSTA ,PORQUE QUE SABROSO ES UN PASTEL DE CHUCHO COMPADRE JEJEJEJE

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    1. Respeto el comentario de esta persona por honesto y porque paralelamente ofrece una solucion factible.


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