Mirada al pasado: Así era la venta de Pescado en la Isla de Margarita


La venta del pescado en Margarita, casi siempre era a domicilio. Con bateas y maras en la cabeza, más bateas que maras-, las mujeres recorrían todos los caminos de la Isla, -lloviera, tronara o relampagueara-. Iban voceando su mercadería. Ofreciéndola al público, casa por casa y bajándose en las puertas cuando lo requerían. No había pesos; el producto se ofertaba y se adquiría a la vista o sea al bulto: por ruedas, por pedazos o por unidades, según fuese el tamaño del pescado o lo que se iba a comprar.

Las sardinas se detallaban por docenas y siempre acabadas de pescar. Los niños seguían a las vendedoras de estas especies, para que les regalaran sardinitas con que hacer sus sancochos de juguetes. El pescado se negociaba fresco, asado, salpreso y salado, o sea seco. De Pampatar, de El Tirano, de Manzanillo, de El Valle de Pedrogonzález, de Juangriego, de La Guardia y de algunos otros puertos de mar, las mujeres se desplazaban hacia todos los pueblos de la Isla, en esa actividad. Algunas iban desde el interior a las orillas de playa, para venir con su carga comerciándola, siempre con el mismo sistema.


A los sitios más lejanos, como Arapano, Laguna de Raya y Chacachacare, iban los hombres con burros provistos de agajes, mapires o maras de ojetes, para traerlos repletos de pescado, después de haberlo permutado por los productos del campo que habían llevado hacia esas regiones.  Casi siempre entre las vendedoras de pescado se «coliaban» las vendedoras de sal de espuma recogida no sólo en Pampatar sino en otras salinas margariteñas que también eran productoras. Había sal blanca, prieta y hasta rosada, y la negociaban en grano, o «despolvoriada», -es decir, molida-. Se vendía por «medías», que era un envase casi siempre de coco o de taparo, que cogía poco menos de un kilo; aunque también se usaba corrientemente la «mediamedía».

Cuando las autoridades empezaron a poner en práctica el pesaje, dizque para proteger al consumidor, las vendedoras de pescado comenzaron a cargar consigo, sus pesos de totuma, -balanza rústica que equilibraban con piedras de a libra, de a media libra y de a onza-, muchas por desconocimiento al mecanismo de los pesos de aguja llamados también de reloj, o por lo oneroso que se les hacia su adquisición. Ahora el pescado se vende en puestos de mercados o en transportes a motor. Muy lejos quedaron las bateas, las maras y las «andadoras de caminos»...

José Joaquín Salazar Franco (Cheguaco) - Usos y costumbres tradicionales en Margarita (1986)
Foto inicial: www.delcampe.net

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