Tal como lo cuenta el acervo popular margariteño, había una bruja muy siniestra en el Farallón o Isla Blanca de Pampatar, que aterrorizaba a los más pequeños.
Esto nos lo narra la historiadora local Flor Patiño en su blog "Los Cuentos de Ojito Precioso", quien cuenta que se trataba de un ser que alentado por los padres, castigaba a los niños desobedientes.
"Contaba ese mito que, cualquier niño o niña que se portara mal, debía esperar la visita de un ser muy malo, una bruja, que habitaba en el solitario farallón, quien en una noche oscura aparecía en la habitación del niño y se lo llevaba 'volando' por el espacio hasta el islote, donde lo dejaba sin tomar alimentos y lo metía en una cueva existente allí, desde donde nadie podía salvarlo, solo por haber sido desobediente o altanero con sus mayores", cuenta Patiño.
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Esta historia forma parte del imaginario neoespartano, en el cual los padres de apoyaban para lograr tener hijos más obedientes. No sabemos si lo lograron, pero lo cierto es que el mito de la bruja desapareció con los año, debido a que las nuevas generaciones le han perdido el miedo a este tipo de creencias.
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