La historia de Margarita nos habla de un sótano o catacumba al pie del altar mayor de la Iglesia del Convento de San Francisco, en La Asunción; también nos dice la historia, de la cisterna existente en la Explanada del Castillo de Santa Rosa, destinada a almacenar agua de lluvias, y la cual percibió sangre patriota en la matanza del año 1814, cuando el asalto a dicha fortaleza.
Pero a pesar de todas estas aseveraciones históricas, mucha gente, de manera especial la de muy avanzada edad, aseguran, que tanto el primero como la segunda, no son sino las bocas de largos túneles, construidos en la época de los españoles, y que atravesaban la ciudad en distintas direcciones.
Otros han manifestado infinidad de veces, que cuando muchachos, traviesos y voluntariosos, se arriesgaron a caminado, partiendo también de la entrada de San Francisco, hasta más de cien metros en dirección a la Iglesia Matriz, guiados por la luz mortecina de una lamparita de carburo, que constantemente dejaba de alumbrar, y halando un guaral, que les servía después, para marchar por encima, la distancia hasta donde habían llegado. Estos manifestaban además, que les había imposibilitado el paso, parciales derrumbes y la enorme fetidez que de su interior emanaba.
Y otros comentaban, que cuando niños estuvieron en la entrada, pero no se atrevieron a meterse, por temor a la obscuridad y a las alimañas que allí vivían, y por que se les decía, que los "jachos" (hachos) de hojas de coco, al igual que las velas y los "mechurrios" de aceite, los apagaban los fantasmas y los espíritus de españoles que dentro moraban, y que cuando quisieron hacerlo, ayudados con otras iluminaciones, les parecía que les iba a suceder lo mismo. Mientras que algunos otros, sólo se limitan a decir, que todo eso lo oyeron comentar a sus antecesores, si es o no cierto pero que no pueden asegurar.
De todas manera, al hablar de los nombrados túneles, se decía y se dice, que existía uno de San Francisco al Castillo, otro de San Francisco a la Iglesia Matriz, actualmente Catedral; otro de este templo a la Casa Capitular o del Cabildo, y que este mismo continuaba hacia el Convento de los Dominicos en la entrada de El Copey y de allí seguía hasta una salida secreta en el río.
Tomado de: Consejas y Leyendas Margariteñas - José Joaquín Salazar Franco (Cheguaco) (1989)
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